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lunes, 20 de junio de 2011

EL MONJE SUPERIOR

El orgulloso monje me explicaba, con santa razón
todas sus lógicas y filosofías: me sentí ínfimo.
Su astuta diplomacia le hacían hombre de sermón
y yo, afligido, escuchaba todo con muy bajo ánimo...

Mi cabeza agachada, símbolo de esclavo bien sumiso
le daban un aire más soberbio y arisco
nunca pensé en aquel momento pegarle un mordisco
¡estaba como un contribuyente rendido al fisco!

Cuando sus palabras me daban trémulos de disculpas
veía en mí un criminal: había cometido el más grave delito
no recuerdo de haberme sentido tan mugriento, ilícito...

Me pareció que de todos los delitos tenía yo la culpa
y él, el mas santo, puro y cándido del universo
sermoneándome para el bien: ¡cómo estoy de perverso!



BRIHUEGA -GU- ESPAÑA MCMXCI



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